El GCBYR (Grupo Canino de Búsqueda y Rescate) de Miranda se ha presentado esta tarde en sociedad. La excusa ha sido la cesión, por parte de la Diputación de Burgos, de una parcela de 64.000 metros cuadrados en la que el colectivo va a poder desarrollar las labores de adiestramiento y entrenamiento con los nueve perros, los grandes protagonistas de este colectivo.

El GCBYR es una asociación sin ánimo de lucro que lleva más de 9 años de trayectoria en el mundo del rescate pero que desde mediados del pasado año (está registrada ante la Junta de Castilla y León desde junio de 2020) actúa de forma autónoma, siendo así una nueva herramienta a la que recurrir para la búsqueda de personas desaparecidas. Y, para mejorar sus prestaciones, se encuentra en trámites para estar inscritos en el 112 de forma que el Servicio de Emergencias Sanitarias de Castilla y León pueda igualmente contactar con el colectivo en situaciones de necesidad, ya que su único objetivo “es ayudar”, especifica su presidenta, Marisol Santos.

Santos es uno más de los nueve miembros (un instructor, un sanitario, seis guías y la propia Santos) que forman el colectivo junto a sus ocho compañeros de cuatro patas: Brenda, Mia, Neska, Toya, Zortzi, Senda, Odín y Bosco, de entre 16 meses y seis años.

Son ellos los responsables de que el GCBYR esté inmerso en el mundo del rescate. “Resulta muy gratificante verlos trabajar, demostrándonos lo que son capaces de hacer, cómo resuelven y sobre todo la experiencia que hemos adquirido con ellos”, explica la presidenta de la asociación. Una sensación que se prolonga en el tiempo, ya que el aprendizaje de un perro de rescate conlleva un trabajo aproximado de entre 1.500 y 2.000 horas. Tiempo que ahora podrán desarrollar en la citada parcela cedida por la Diputación gracias a la intermediación de la edil de Ciudadanos en el Ayuntamiento de Miranda Vanesa García, a quien el colectivo ha querido agradecer su sensibilidad, así como a la propia institución provincial. La misma se encuentra en la carretera de Tirgo, en las inmediaciones de la residencia de San Miguel del Monte, y está bajo control del GCBYR desde el pasado 1 de junio.

A excepción de Mia, que trabaja por rastreo específico, los demás canes son de venteo, una apuesta diferente que poco a poco va dando sus frutos, admite Santos. Esta asociación dedica un mínimo de tres días a la semana para la formación y entrenamiento de los perros, unas veces en pista, donde se trabaja la obediencia y los aparatos, y otras en exteriores como son grandes áreas, zonas de escombros o, cuando la climatología lo permite, nieve. “Siempre que tenemos oportunidad trabajamos con otras unidades caninas”, admite Marisol Santos.

La presidenta de este colectivo de rescate concluye explicando que son “muy conscientes de lo que conlleva nuestra asociación, de la gran responsabilidad que implica, y por ello es algo que nos tomamos muy en serio, dedicando constancia y trabajo para que el resultado tanto de los guías como de los perros sean efectivos”. Porque su función, recuerdan, “trata de poder salvar la vida de una persona”.

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