Jacobo Sánchez, mirandés de 46 años, comenzó como tantos otros niños a coger la bicicleta cuando era pequeño. Una afición que fue creciendo y que, aunque en muchas fases de su vida acompañó de otros deportes, siempre fue la predominante. Hasta el punto de convertirlo en gran medida en el motor de su vida, máxime cuando hace una década decidió probar suerte en las carreras de larga distancia. “Este tipo de pruebas te permite conocerte a ti mismo en profundidad. Creces, te sabes autogestionar, eres capaz de entender lo que te va a pasar y cómo afrontarlo”, relata.

Jacobo Sánchez, durante la prueba

Hace diez años, en 2012, fue la Madrid-Lisboa, una prueba de ultrabici organizada por Powerade la que le llevó a romper comenzar una escalada por pruebas de ultrafondo sobre dos ruedas en las que, en muchos casos, afrontas horas e incluso días completos en solitario. El ejemplo más reciente, concluido hace apenas dos semanas, es la Desertus Bikus, una prueba que arrancó el 23 de abril en Anglet (Francia) para llevarle a través de toda la geografía española hasta la playa de Nerja, donde los casi doscientos participantes de 16 nacionalidades diferentes debían llegar en menos de ocho días.

Una ‘bestialidad’ de más de 1.200 kilómetros (Sánchez acumuló 1.293 con 16.000 metros de desnivel positivo) que el mirandés, además, no podía completar en más de cinco días. “Tenía que trabajar el día 28 de abril”, confiesa. Eso le limitaba a cinco los días para certificar la hazaña, y finalmente empleó cuatro jornadas completas, 13 horas y 28 minutos. Un tiempo que le llevó a ser 47º y en el que, eligiendo el trazado y siendo totalmente autosuficiente (“no puedes hacer paradas o avituallamientos programados, puedes dormir en un hotel o comer en un restaurante porque la carrera te ha llevado hasta allí, pero no porque lo tengas pensado de antemano”), debía cruzar los puntos de control instalados en cuatro desiertos: las Bardenas Reales en Navarra, Albarracín en la provincia de Teruel; Gorafe en Granada y Tabernas en Almería, desde donde arrancaba el tramo final a la malagueña playa de Nerja.

“Ha sido una experiencia espectacular”, refiere el mirandés, que pasó la mayoría del recorrido en solitario. “La prueba, en la que había una mayoría de franceses, arrancó a las 0.01 del 23 de abril. En la salida había gente aplaudiendo, despidiéndonos… y fue muy curioso comprobar cómo a los pocos metros, en una intersección, la mitad fueron para la derecha y la otra mitad a la izquierda; poco después, unos optaban por carretera y otros por el campo a través; por la zona de costa o la más montañosa… y en apenas 20 minutos prácticamente todos estábamos solos”, recuerda.

Autosuficiencia a través de toda España

Porque la Desertus Bikus no impone ni unos horarios, ni unos trazados, simplemente unos puntos de control y unas normas para demostrar la autosuficiencia. “Por ejemplo, si tienes una avería y necesitas que te arreglen la bicicleta, no hay problema en que por tus propios medios logres la ayuda, pero una vez que la recibes debes regresar al lugar en el que la has sufrido y reanudar la marcha”, explica. También hay libertad para elegir el trazado. “Cada uno tenemos unas características y unas preferencias. Buscamos la vía que más nos complace y en ocasiones prefieres hacer un rodeo de 40 o 50 kilómetros más porque sabes que por un terreno concreto vas a estar más cómodo y vas a llegar menos castigado”, relata.

Lugar en el que Sánchez pasó una de las noches de la prueba.

Así, durante las 109 horas que pasaron desde que Jacobo Sánchez partió de Anglet hasta que llegó a Nerja, tuvo situaciones de todo tipo. “Hubo una noche en la que fuimos juntos, dándonos relevos y ánimos, un suizo, un italiano, un francés y yo, hasta que nos separamos, pero la mayoría del tiempo he estado solo y organizándome la prueba como he podido: durmiendo en la entrada de una iglesia de pueblo, que suelen ser sitios propicios, ‘asaltando’ una gasolinera para coger algo de comer…” Ni siquiera en los puntos de control se ve gente, ya que es el sistema GPS en el que certifica que se han cruzado los puntos marcados. Una autogestión extrema que Sánchez ha visto cambiar con los años. “Ahora estas pruebas son más habituales y en los pueblos están más acostumbrados, pero recuerdo hace muchos años ir con mis alforjas por España y que en los pueblitos te cedieran las casas para pasar la noche, porque era algo más extraordinario”, relata con melancolía.

Llegada, tren y a trabajar

Cuando llegó a Nerja, pensará la mayoría de la gente que Jacobo se tiró en una cama y estuvo largas horas recuperándose físicamente. Nada más lejos de la realidad: tenía que trabajar al día siguiente, así que empaquetó la bicicleta, cogió un autobús y tras trece horas de carretera y unas pocas de sueño en casa, se reincorporó al trabajo. “Ese día y el siguiente aún tienes la adrenalina al máximo y lo llevas bien, pero a partir del tercero empiezas a tener dolores de todo tipo, sobre todo de articulaciones y posturales”, cuenta. “Aún hoy -dos semanas después- tengo algo dormidas las manos”, dice.

Máxime cuando volvió a subir a la bicicleta apenas cinco días después. “En cuanto me llegó a casa por mensajería y tuve un día libre en el trabajo, me subí a ella para volver a Anglet”, explica. 218 kilómetros para recoger la furgoneta que había dejado allí aparcada. “Atravesé además una zona muy industrial, con pocas opciones de pillar arcenes amplios para acelerar. Llegué de nuevo de noche, descansé un poco y de nuevo a casa ya con la furgoneta”, afirma.

La familia, siempre pendiente

Aunque no físicamente, la familia y amigos acompaña a Jacobo Sánchez en cada una de estas aventuras. “Lo disfrutan mucho”, asegura. “Me siguen a través del GPS, de las webs de las pruebas, en las que en tiempo real se puede comprobar el punto en el que se encuentra cada participante”, comenta. Y la gente cercana a Jacobo, además, le hace compañía en muchos momentos a través de las nuevas tecnologías. “Tenemos una aplicación para el móvil que hace que funcione como un ‘walkie talkie’. Muchas veces van hablando conmigo, dándome ánimo, comentando entre ellos cómo voy… lo pasan bien”, asegura.

Próximos retos

Para este apasionado de las pruebas de ultrafondo en bicicleta, los siguientes retos ya están marcados. Será en julio cuando tome parte en dos pruebas si nada se lo impide. Primero será la Esgueva Bike Race, marcha cicloturista en la provincia de Valladolid con rutas de 54, 134 y 404 kilómetros que se celebra entre el 23 y el 24 del séptimo mes del año. Sánchez tomará parte, por supuesto, en la larga, que consta de tres vueltas a un trazado a completar en un máximo de 25 horas. Y una semana después, el 30 de julio, arrancará la Basajaun Transibérica Ultracycling, que parte de Vitoria y atraviesa los bosques de Urbasa e Irati, cruza las áridas y baldías llanuras de Bardenas (otra vez), retorna a orillas del río Ebro, cruza la Sierra de la Demanda, supera la trashumante y dura tierra de cameros, rodea el Pico San Lorenzo y retorna a los bosques del País Vasco a través del Parque Natural de Izki. Una prueba, otra más, sin asistencia y en la que la autogestión es la principal exigencia.

“Y a finales de año haremos alguna otra prueba, ya tengo varias apuntadas”, finaliza Jacobo Sánchez, siempre dispuesto a afrontar una nueva ‘locura’.

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