Una vez levantadas las restricciones en Miranda para abrir las terrazas, las mirandesas y mirandeses no han tardado en ocupar el espacio, que algunos hosteleros, han podido dedicar a ofrecer sus servicios.
No todos pudieron abrir por diferentes motivos, pero donde ha sido posible, hemos visto que la respuesta fue la esperada, y la imagen de terrazas con público se ha vuelto a ver en Miranda, esta fría mañana de Diciembre, porque muchos no querían perderse la oportunidad de volver a disfrutar la consumición, que un agradecido hostelero le esta sirviendo en su establecimiento, con todas las medidas de seguridad, porque su lema es el de tantas veces proclamado, que no son el problema.
Con esa actitud y sobre todo desde la esperanza, hosteleros y clientes se han vuelto a encontrar esta mañana y la rueda ha empezado a girar para todos, porque la distribución también ha empezado a suministrar, y todos sienten un moderado optimismo en sus vidas, que tanto necesitan.
Hemos visto como mientras las máquinas de café comenzaban a destilar la deseada bebida caliente, una anhelada mirada cómplice se deslizaba, vestida de sonrisa, entre cliente y hostelero. Emociones olvidadas han vuelto a encontrarse.
Una mañana en Miranda, fría, que sin embargo alienta a la esperanza de unas Navidades que deben llegar cargadas de esa complicidad entre todos: Clientes, comercios, bares, restaurantes, que necesitan mas que nunca de esa nueva complicidad. Sin duda son el necesario motor e imprescindible maquinaria, para que no solo la economía funcione, sino para desmontar ese rictus agónico y cambiarle por una necesaria sonrisa.
No podemos olvidar a otros sectores como los gimnasios, que aún no pueden abrir sus puertas y que siguen esperando y desesperando que la famosa curva de contagios se doblegue, sin entender muy bien porque si en Miranda la incidencia acumulada de casos diagnosticados en 7 días es de 146 casos, sigue dependiendo de los datos del resto de la provincia.
También se necesita que hoteles y pensiones recuperen el ritmo normal de ocupación, que la gente vuelva a Miranda, y ocupen las mesas de los restaurantes, de los grandes y de los pequeños, que todos ellos saben mover sus fogones con calidad y maestría acreditada y tampoco son el problema, porque también han sabido invertir en buenas y eficaces medidas de seguridad.
Comercio, hoteles, bares, restaurantes o gimnasios, son la mayor empresa de Miranda, la que mas puestos de trabajo aporta, la que mas apoyo necesita, y siempre se esfuerzan en darnos lo mejor. Por eso es necesario volcarse con ellos, porque solo así finalmente todo volverá a la normalidad y la rueda seguirá girando para todos.