El pasado mes de diciembre el Ayuntamiento de Miranda de Ebro acordó denominar como plaza «Flora Villarreal», el espacio entre las calles Ronda de Ronda del Ferrocarril, García Ejido y Arenal. La intervención realizada con la rehabilitación del antiguo colegio Cervantes para convertirlo en nueva biblioteca municipal, ha propiciado la puesta a disposición de la ciudadanía de una nueva plaza en el entorno urbano, junto a la zona de acceso principal al edificio. Sin embargo no ha sido hasta este viernes cuando se ha descubierto la placa conmemorativa en homenaje a esta mirandesa y a su impecable trayectoria profesional.

En el acto, presidido por la alcaldesa de Miranda, Aitana Hernando, ha repasado la vida de Flora Villarreal, que nació en Miranda en 1894. «Ya desde niña empezó a mostrar grandes dotes para la costura, de manera que a los 14 años entra como aprendiza en el taller de Rosario Landa, modista de Vitoria. Con 24 años se traslada a Madrid para montar su propio taller, en principio en el mismo piso en el que vive. Será tras la Guerra Civil cuando Villarreal instale los talleres y salones de la Avenida del Generalísimo, actual Gran Vía, y de inicio a una exitosa trayectoria que termina con su retirada en 1968, el mismo en que se retiran Asunción Bastida o Balenciaga», ha recordado.

La edil ha recorado que Villarreal dirigió con mano firme una firma que llegó a contar con más de cien empleados y que basó su estrategia comercial en la reproducción de modelos de alta costura francesa o en la creación de diseños propios siguiendo las tendencias de París.

Para ello, la modista fue de las primeras en reiniciar el contacto directo con la capital de la moda, a la que se trasladaba varias veces al año. Por una parte se surtía de materiales, como los afamados tejidos de la casa Abraham, pero sobre todo fue una asidua al sistema de compra de patrones de alta costura establecido por la Cámara Sindical de París.

Con la “carte d’acheteur” se adquiría el derecho a reproducir los modelos comprados: Dior, Balmain, Lanvin, Castillo, Givenchy, Nina Ricci o Chanel (pero nunca Balenciaga, el más caro de todos y con talleres propios en Madrid). Los mismos eran confeccionados por Villarreal para clientes de la alta sociedad y celebridades como Grace Kelly o Ava Gardner.

Aun así, ha precisado Hernando, las creaciones propias de la modista fueron igualmente valoradas, en especial los vestidos de fiesta más glamurosos y sus trajes de novia, como el que confeccionó a la duquesa de Alba y que conserva el Museo del Traje en Madrid, junto con otros de sus diseños.

Con este reconocimiento, el Ayuntamiento quiere poner en valor la trayectoria profesional de Villarreal, y contribuir a la visibilización de las mujeres en la historia. «Mujeres que han conseguido grandes logros y que necesitan ser visibilizadas», ha apuntado la alcaldesa.

Al acto también han acudido el nieto y sobrino de Villarreal, quienes han reconocido la dedicación y discreción de la diseñadora mirandesa, que pese a sus logros, siempre quiso mantenerse en un segundo plano. «Creo que le hubiera gustado participar en este acto», ha reconocido su sobrino que indica que siempre «tuvo un recuerdo muy entrañable para Miranda».

También ha recordado que Villarreal mantuvo una gran relación de amistad con el profesor Francisco Cantera, cuya biblioteca recoge documentos y artículos de buena parte de la vida y trayectoria de la costurera. «El sitio es especialmente adecuado», ha puntualizado.

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