La Guardia Civil se encuentra investigando a C.M.M., de 54 años, como presunto autor de un delito contra el Medio Ambiente. Un delito que basa su carga en una posible imprudencia grave en la carga y transporte de cloruro férrico. Este cloruro corroyó el revestimiento de los depósitos de una cisterna y su posterior derrame. El vertido no sólo afectó al terreno, sino que además ocasionó la muerte de 18 aves.

Los hechos ocurrieron en agosto de 2018, cuando una empresa del sector químico ubicada en País Vasco volcaba 16.700 litros de cloruro férrico en un semirremolque tipo cisterna para su transporte por carretera. Una vez en ruta, el material, altamente corrosivo, fue desgastando el revestimiento interior de los depósitos. Unos depósitos que no estaban habilitados para contener dicho producto, provocando su derrame en la autovía AP-1 y posteriormente en un área de servicio de La Bureba, donde el vehículo se detuvo.

El conductor carecía de permiso de carga

El conductor, ajeno al vertido que se estaba produciendo, fue avisado por otro chófer.  A pesar de los trabajos de los servicios de emergencia que se desplazaron al lugar, fue imposible contener la carga que se derramó en su totalidad sobre la superficie. El líquido se extendió libremente a continuación a través del alcantarillado, alcanzando una amplia franja de terreno hasta llegar a las aguas de un arroyo tributario del Río Oca.

Los informes, análisis e inspecciones practicadas han concluido que si bien el vertido de este producto químico no puso en riesgo la vida de las personas, realmente sí hubo afección del terreno y las aguas.

Aunque no afectó a la fauna acuática de la comarca, sí aparecieron 18 aves muertas en las proximidades. Cabe destacar el fallecimiento de tres lavanderas (Motacilla flava) que están incluidas en el Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial, según la necropsia practicada.

La investigación ha aclarado que el conductor carecía de la titulación y habilitación necesaria para realizar personalmente el proceso de trasvase de la carga, como así lo hizo. El chófer desconocía -por no tener la información necesaria- que los depósitos de la cisterna no admitían el cloruro férrico por no estar acondicionados para almacenaje y transporte de sustancias corrosivas. Ahora, la empresa responsable de la carga verá como recae sobre ella toda la responsabilidad, conforme a la normativa que lo regula.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí